Archivo de la categoría ‘Todo de Todo (Futbol)’

Isaίas 58, 9-14

Esto dice el Señor:
«Cuando renuncies a oprimir a los demás
y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva;
cuando compartas tu pan con el hambriento
y sacies la necesidad del humillado,
brillará tu luz en las tinieblas
y tu oscuridad será como el mediodía.
El Señor te dará reposo permanente;
en el desierto saciará tu hambre y dará vigor a tu cuerpo;
serás como un huerto bien regado,
como un manantial cuyas aguas no se agotan.

Construirás sobre tus viejas ruinas
y edificarás sobre cimientos muy antiguos;
te llamarán reparador de brechas
y restaurador de hogares derruidos.

Si detienes tus pasos para no violar el sábado
y no tratas tus negocios en mi día santo,
si llamas al sábado tu delicia
y lo consagras a la gloria del Señor,
si lo honras absteniéndote de viajes,
de buscar tu interés, de tratar tus asuntos,
entonces el Señor será tu delicia.
Te asentaré sobre mis montañas,
te haré gustar la herencia de tu padre Jacob».

Sirácida 5, 1-10

No confíes en tus riquezas
ni digas: «Con ellas todo lo tengo».
No te dejes arrastrar por tus instintos y pasiones,
ni sigas tus antojos y caprichos.

No digas: «Yo a nadie me someto»,
porque el Señor te pedirá cuentas.
No digas: «He pecado y nada me ha sucedido»,
porque el Señor es paciente para castigar.

No confíes en el perdón de Dios
para amontonar pecado tras pecado, diciendo:
«Su misericordia es grande
y él perdonará todas mis culpas»,
porque en él hay misericordia, pero también hay cólera,
y descarga su ira sobre los malvados.

No tardes en volverte al Señor,
ni lo dejes de un día para otro,
porque su furor estalla de repente
y perecerás en el día del castigo.
No confíes en el engañoso dinero,
que de nada te servirá en el día del juicio.

Marcos 7, 14-23

En aquel tiempo, Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro».

Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: «¿Ustedes también son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?» Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos.

Luego agregó: «Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre».

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