Archivo de la categoría ‘Palabras del Santo Padre’

En el Evangelio de la liturgia de hoy, Jesús dice: «No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). Dar cumplimiento: ésta es una palabra clave para entender a Jesús y su mensaje. ¿Peroqué significa este “dar cumplimiento”? Para explicarlo, el Señor comienza diciendo lo que no es cumplimiento. La Escritura dice “no matarás”, pero para Jesús esto no basta si luego se hiere a los hermanos con las palabras; la Escritura dice “no cometerás adulterio”, pero esto no basta si luego se vive un amor salpicado por la doblez y la falsedad; la Escritura dice “no jurarás en falso”, pero no basta hacer un juramento solemne si luego se actúa con hipocresía (cf. Mt 5,21-37). Así no hay cumplimiento (…) mandamientos que Dios nos ha dado no deben encerrarse en la caja fuerte asfixiante de la observancia formal, pues de lo contrario nos quedamos en una religiosidad externa y desapegada, siervos de un “dios amo” en lugar de hijos de Dios Padre. Jesús quiere esto, que no tengamos la idea de servir a un Dios amo, sino al Padre, y por esto es necesario ir más allá de la letra. (…)  El verdadero amor nunca llega hasta un punto determinado y nunca se siente satisfecho; el amor va siempremás allá, no puede por menos. El Señor nos lo mostró dando su vida en la cruz y perdonando a sus asesinos (cf. Lc 23,34). Y nos ha confiado el mandamiento que más aprecia: que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado (cf. Jn 15,12). ¡Este es el amor que da cumplimiento a la Ley, a la fe, a la verdaderavida! (Ángelus, 12 de febrero de 2023)

«Nada es imposible para Dios» (Lucas 1, 37): así termina la respuesta del ángel a María. Cuando creemos que todo depende exclusivamente de nosotros permanecemos prisioneros de nuestras capacidades, de nuestras fuerzas, de nuestros horizontes miopes. Cuando, en cambio, estamos dispuestos a dejar que nos ayuden, a dejar que nos aconsejen, cuando nos abrimos a la gracia, parece que lo imposible empieza a hacerse realidad.   (…) Dios sigue buscando aliados, sigue buscando hombres y mujeres capaces de creer, capaces de hacer memoria, de sentirse parte de su pueblo para cooperar con la creatividad del Espíritu. Dios sigue recorriendo nuestros barrios y nuestras calles, va a todas partes en busca de corazones capaces de escuchar su invitación y de hacerla convertirse en carne aquí y ahora. Parafraseando a san Ambrosio en su comentario sobre este pasaje, podemos decir: Dios sigue buscando corazones como el de María, dispuestos a creer incluso en condiciones absolutamente excepcionales (cf. Exposiciones del Evangelio según Lucas II, 17: pl 15, 1559). ¡Que el Señor aumente en nosotros esta fe y esperanza!  (Homilía, Solemnidad de la Anunciación del Señor, Parque de Monza, 25 de marzo de 2017)

Estas palabras revelan que el fracaso para Jesús no fue del todo inesperado. Conocía a su gente, conocía el corazón de los suyos, sabía el riesgo que corría, contaba con el rechazo. Así que podemos preguntarnos: pero si las cosas estaban así, si prevé el fracaso, ¿por qué va a su pueblo? ¿Por qué hacer el bien a personas que no están dispuestas a aceptarte? Es una pregunta que nos hacemos a menudo. Pero es una pregunta que nos ayuda a entender mejor a Dios. Ante nuestras cerrazones, Él no retrocede: no pone frenos a su amor. Ante nuestras cerrazones, Él sigue adelante. Vemos un reflejo de esto en aquellos padres que son conscientes de la ingratitud de sus hijos, pero no dejan de amarlos y hacerles el bien. Dios es así, pero a un nivel mucho más alto. Y hoy también nos invita a creer en el bien, a no escatimar esfuerzos para hacer el bien. (Ángelus, 30 de enero de 2022)

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