Archivo de la categoría ‘Palabras del Santo Padre’

Estamos acostumbrados a calcular las cosas —y a veces es necesario—, ¡pero esto no vale en el amor! La forma en que este sembrador «derrochador» arroja la semilla es una imagen de la forma en que Dios nos ama. Es cierto que el destino de la semilla depende también de la forma en que la acoge el terreno y de la situación en que se encuentra, pero ante todo, con esta parábola, Jesús nos dice que Dios arroja la semilla de su palabra sobre todo tipo de terreno, es decir, en cualquier situación en la que nos encontremos: a veces somos más superficiales y distraídos, a veces nos dejamos llevar por el entusiasmo, a veces estamos agobiados por las preocupaciones de la vida, pero también hay momentos en los que estamos disponibles y acogedores. Dios confía y espera que tarde o temprano la semilla florezca. Él nos ama así: no espera a que seamos el mejor terreno, siempre nos da generosamente su palabra. Quizás precisamente al ver que Él confía en nosotros, nazca en nosotros el deseo de ser un terreno mejor. Esta es la esperanza, fundada sobre la roca de la generosidad y la misericordia de Dios. (Leone XIV – Audiencia general, 21 de mayo de 2025)

En síntesis, la historia del cristianismo hubiera tenido un desarrollo muy diferente si no se hubiera contado con la aportación generosa de muchas mujeres. Por eso, como escribió mi venerado y querido predecesor Juan Pablo II en la carta apostólica Mulieris dignitatem, «la Iglesia da gracias por todas las mujeres y por cada una. (…) La Iglesia expresa su agradecimiento por todas las manifestaciones del «genio» femenino aparecidas a lo largo de la historia, en medio de los pueblos y de las naciones; da gracias por todos los carismas que el Espíritu Santo otorga a las mujeres en la historia del pueblo de Dios, por todas las victorias que debe a su fe, esperanza y caridad; manifiesta su gratitud por todos los frutos de santidad femenina» Como se ve, el elogio se refiere a las mujeres en el transcurso de la historia de la Iglesia y se expresa en nombre de toda la comunidad eclesial. También nosotros nos unimos a este aprecio, dando gracias al Señor porque él guía a su Iglesia, de generación en generación, sirviéndose indistintamente de hombres y mujeres, que saben hacer fructificar su fe y su bautismo para el bien de todo el Cuerpo eclesial, para mayor gloria de Dios. (Benedicto XVI – Audiencia general, 14 de febrero de 2007)

A Simón, refiriéndose a la mujer pecadora, Jesús le dice: «¡Sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho!»; y a la mujer: «¡Tu fe te ha salvado; vete en paz!». Jesús afirma con autoridad divina el perdón de los pecados. Exige al mismo tiempo arrepentimiento y un cambio de vida. Queridos, mantengamos siempre viva en nosotros la confianza en la bondad y la misericordia de Dios. No hay pecado que Dios no quiera perdonar, cuando uno está arrepentido y decidido a no pecar más. El arrepentimiento de María Magdalena y la parábola que Jesús contó a Simón son muy significativos en este sentido. La condena del mal debe ser ciertamente decisiva, pero se requiere comprensión y paciencia con quienes pecan. La liturgia nos invita, pues, a ser mensajeros de verdad y misericordia, de perdón y alegría. (San Juan Pablo II – Misa en la Gruta de Lourdes en los Jardines Vaticanos, 18 de junio de 1995) (San Juan Pablo II – Misa en la Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos, 18 de junio de 1995)

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