Jesús compara el Reino de Dios con un grano de mostaza. Es un semilla muy pequeña, y sin embargo se desarrolla tanto que se convierte en la más grande de todas las plantas del huerto: un crecimiento imprevisible, sorprendente. No es fácil para nosotros entrar en esta lógica de la imprevisibilidad de Dios y aceptarla en nuestra vida. Pero hoy el Señor nos exhorta a una actitud de fe que supera nuestros proyectos, nuestros cálculos, nuestras previsiones. Dios es siempre el Dios de las sorpresas. El Señor siempre nos sorprende. Es una invitación a abrirnos con más generosidad a los planes de Dios, tanto en el plano personal como en el comunitario. En nuestras comunidades es necesario poner atención en las pequeñas y grandes ocasiones de bien que el Señor nos ofrece, dejándonos implicar en sus dinámicas de amor, de acogida y de misericordia hacia todos. La autenticidad de la misión de la Iglesia no está dada por el éxito o por la gratificación de los resultados, sino por el ir adelante con la valentía de la confianza y la humildad del abandono en Dios. Ir adelante en la confesión de Jesús y con la fuerza del Espíritu Santo. Es la consciencia de ser pequeños y débiles instrumentos, que en las manos de Dios y con su gracia pueden cumplir grandes obras, haciendo progresar su Reino que es «justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Romanos 14, 17). (Ángelus, 17 de junio de 2018)

Los comentarios están cerrados.

Comentarios recientes
    Categorías