La oveja descarriada más perfecta en el Evangelio es Judas». Él, en efecto, recordó el Pontífice, es «un hombre que siempre, siempre tenía algo de amargura en el corazón, algo para criticar de los demás, siempre distanciado»: un hombre que no conocía «la dulzura de la gratuidad de vivir con todos los demás». Y dado que esta «oveja» no «estaba satisfecha», entonces «escapaba».  «escapaba porque era un ladrón», otros «son lujuriosos» e igualmente «escapan porque existe esa tiniebla en el corazón que les aleja del rey». Estamos ante «esa doble vida» que existe en «tantos cristianos» y también —añadió «con dolor»— de «sacerdotes» y «obispos». Por lo demás, también «Judas era obispo, era uno de los primeros obispos…». «oveja descarriada» ¡Pobrecillo! (…) «también nosotros debemos entender a las ovejas descarriadas». En efecto, también nosotros tenemos alguna cosilla, pequeña o no tan pequeña, de la oveja descarriada».  (Homilía Santa Marta, 6 de diciembre de 2016)

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