La redención, la revelación, la presencia de Dios en el mundo comienza así y es siempre así. La revelación de Dios se hace en la pequeñez. Pequeñez, tanto humildad como… muchas cosas, pero en pequeñez. Los grandes se presentan como poderosos, pensemos en la tentación de Jesús en el desierto, como Satanás se presenta como poderoso, dueño del mundo entero: «Te lo daré todo, si…». En cambio, las cosas de Dios comienzan brotando de una pequeña semilla. Y Jesús habla de esta pequeñez en el Evangelio […] En una comunidad cristiana donde los fieles, los sacerdotes, los obispos, no toman este camino de la pequeñez, no hay futuro, se derrumbará. Lo hemos visto en los grandes proyectos de la historia: cristianos que intentaron imponerse, con fuerza, grandeza, conquistas… Pero el Reino de Dios germina en lo pequeño, siempre en lo pequeño, la pequeña semilla, la semilla de vida. . Pero la semilla por sí sola no puede hacerlo. Y hay otra cosa que ayuda y da fuerza: “Aquel día brotará un retoño del tronco de Jesé, un retoño brotará de sus raíces. El espíritu del Señor reposará sobre él. (Santa Marta, 3 de diciembre de 2019)

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