Hoy Jesús nos lleva a reflexionar sobre dos estilos de vida contrapuestos: el mundano y el del Evangelio. (…) Es necesario precisar inmediatamente que este administrador no se presenta como modelo a seguir, sino como ejemplo de astucia. (…) Ante tal astucia mundana nosotros estamos llamados a responder con la astucia cristiana, que es un don del Espíritu Santo. Se trata de alejarse del espíritu de los valores del mundo, que tanto gustan al demonio, para vivir según el Evangelio. Y la mundanidad, ¿cómo se manifiesta? La mundanidad se manifiesta con actitudes de corrupción, de engaño, de abuso, y supone el camino más equivocado, el camino del pecado, ¡porque uno te lleva al otro! Es como una cadena, aunque sí —es verdad— es el camino más cómodo de recorrer generalmente.

En cambio, el espíritu del Evangelio requiere un estilo de vida serio —¡serio pero alegre, lleno de alegría! —, serio y de duro trabajo, basado en la honestidad, en la certeza, en el respeto de los demás y su dignidad, en el sentido del deber. Y ¡esta es la astucia cristiana!  (Ángelus, 18 de septiembre de 2016)

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