La cruz da miedo. El mismo Pedro, después de la confesión en la región de Cesarea di Filippo, cuando Jesús nuevamente dice esto: reprenderá el Señor diciéndole: “No, Señor, ¡esto no!” Tenían miedo a la cruz. En verdad, también Jesús le tenía miedo; pero «Él no podía engañarse. Él sabía. Y era tanto el miedo que esa tarde del jueves sudó sangre». Incluso le pidió a Dios: «Padre aleja de mí este cáliz»; pero, agregó, «que se cumpla tu voluntad. Y esta es la diferencia. (…) debemos pedir la gracia de no huir de la cruz cuando llegue. Cierto, nos da miedo, (…) Muy cerca de Jesús, en la cruz, estaba su madre. Tal vez hoy, el día en el que la invocamos, será bueno pedirle la gracia de que no se nos quite el temor, porque eso debe estar presente. Pidámosle la gracia de no huir de la cruz. Ella estaba allí y sabe cómo se debe estar cerca de la cruz». (Homilía da Santa Marta, 28 de septiembre de 2013)

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